Andrés y Jorge Kálnay: los años dorados del Art Déco en Buenos Aires
Jorge y Andrés Kálnay iniciaron un viaje allá por 1920. Por ese entonces, Argentina ya había construido la mayor parte de sus edificios públicos, Alejandro Bustillo se encontraba viajando por Europa, Mario Palanti alzaba su colosal Palacio Barolo y Le Corbusier tendría que esperar 9 años para recién poner pie en tierras porteñas.
Poco iban a imaginarse los hermanos arquitectos cuando embarcaron en un buque con destino a Estados Unidos, que acabarían en las aguas del Río de la Plata, configurando parte de la actual memoria arquitectónica de Buenos Aires.
Nacidos a finales del 1800 en el Imperio Astro Húngaro, se formaron en la Escuela Superior Real Estatal Húngara de Budapest. Posteriormente, trabajaron en varios estudios de arquitectura e inventaron un método de construcción seriado denominado AK que les permitió edificar muy rápidamente 48 viviendas para familias damnificadas por la Primer Guerra Mundial.
Pero pongámonos en el lugar de Andrés y Jorge desembarcando, envueltos en una atmósfera de incertidumbre ¿Qué les depararía el destino en estos desconocidos pagos?
Como muchos inmigrantes, pudieron hacer frente a las adversidades y en poco tiempo consiguieron trabajar. Montaron su estudio, “Andrés Kálnay - Jorge Kálnay, Arquitectos” y en el lapso de 23 años edificaron desde pequeñas viviendas hasta espaciosos teatros.
Edificio del diario “Crítica”
Siete pisos le bastaron a los hermanos Kálnay para alojar la redacción y talleres de un diario con una tirada de más de 100.000 ejemplares diarios.
El diario Crítica fue un periódico argentino publicado en Buenos Aires, fundado en 1913 por el periodista uruguayo Natalio Botana.
Ubicado en Avenida de Mayo al 1333, el edificio conjuga fuertes líneas de estilo art déco junto con elementos de las culturas precolombinas y orientales. Botana lo denominaba el “Palacio del Pueblo” ya que contaba con biblioteca y consultorios médicos y jurídicos gratuitos para quien lo necesitase.
En cuanto a la distribución del edificio, en planta baja se encontraban las impresoras rotativas y los servicios gratuitos. En el primer piso estaban los salones del directorio. En el segundo la oficina de Botana y en los siguientes se alojaba las áreas de redacción, administración, gimnasio, peluquería, y comedor.
En la fachada se pueden observar dobles alturas, balcones en formas de proa de barco, monumentales puertas de bronce, vitrales triangulares y esculturas antropomorfas que se funden en armonía.
El diario funcionó hasta 1962. Actualmente el edificio aloja la sede de la Superintendencia de Administración de la Policía Federal Argentina.
Restaurante - Cervecería Múnich
A principios del siglo XX, Buenos Aires se encontraba en continuo crecimiento. A partir de tierras ganas al río se proyecta el primer Balneario en la costanera Sur. El lugar era frecuentado en los meses de verano por una multitud de familias.
En 1927 Ricardo Banús le encomienda a Andrés Kálnay el proyecto de la Cervecería Múnich. La idea era crear una cervecería que evocara los locales y patios cerveceros de la ciudad alemana. También era requisito que pudiera ser visto desde cualquier lugar del parque.
La construcción se realizó sobre una gran batea de hormigón armado con casetones de vigas invertidas. Los cerramientos fueron elevados con mampostería tradicional racionalizada, cubriéndolos con placas premoldeadas de cemento. En cuanto a los revestimientos, pilastras, escaleras, balaustres y barandas, fueron hechos en partes cementicias premoldeadas. Esto permitió agilizar los tiempos de la obra, 4 meses para ser exactos. Ésta economía de tiempo y recursos se convertiría en un sello característico del arquitecto.
Kálnay estuvo en todos los detalles del proyecto, diseñando esculturas, ornamentos, vitrales, barandas, mobiliario y el hasta el esgrafiado de los muros.
En cuanto al estilo arquitectónico, muchos lo consideran ecléctico, otros art déco y también están los que sugieren al pintoresquismo centro europeo.
Lo cierto es que la Múnich fue un clásico de la escena porteña. Hoy, La Múnich funciona como Museo del Humor.
Cine-Teatro Broadway
Obra de Jorge Kálnay, el Broadway fue inaugurado en la primavera de 1930, en la edad de oro del cine argentino.
En 1929 el empresario cinematográfico Augusto Álvarez le encargó el diseño de un complejo que debía contar con un Cine-Teatro, con una sala para más de 1000 espectadores, 33 viviendas para renta, panadería y una confitería.
Para evitar la utilización de columnas que perjudicarían la visibilidad en la sala, la platea se diseñó en voladizo, reposando en un sistema de dos vigas transversales y seis ménsulas. Las viviendas se hallan sostenidas por dos vigas Vierendeel.
Al caminar por la avenida Corrientes al 1155 todavía se puede ver el diseño original de fachada con elementos art déco y líneas racionalistas. El interior ha sufrido algunas modificaciones luego de la transformación de las viviendas en un hotel y la división de la gran sala en pequeñas.
Hoy, el Broadway funciona como teatro, especializándose en obras de revista.
Luna Park
El encargo que Ismael Pace y José Lectoure le hicieron a Jorge Kálnay consistía en la construcción de cuatro tribunas cubiertas con un techo de chapa.
En 1932 se inauguraron al aire libre, tres tramos de tribunas sobre las calles Corrientes, Lavalle y Bouchard. El diseño combinaba hormigón, madera y hierro. Con una capacidad para 15000 personas, el techo se colocó posteriormente debido a falta de presupuesto. Se resolvió a dos aguas con una estructura metálica de cabreadas y vigas reticulares que sostenían las chapas cincadas. Quiebres en la cubierta permitían el ingreso de la luz natural. La obra finalizó en 1934.
A partir de 1951 se hicieron responsables de las reformas posteriores los arquitectos Chiappori y Quiroz e Ingieros. Mariñelarena y Ogüeta.
La producción de los hermanos Kálnay no solo tiene valor a nivel arquitectónico sino también histórico. Sus edificios sirvieron de escenario para las grandes figuras de la belle epoque porteña: un joven Borges trabajando hasta tarde en la redacción del diario “Critica”; Juan Manuel Fangio en la Múnich; Gardel y el Tango en Broadway, su último adiós en el Luna.
Así que ahí estaban, Jorge y Andrés, dejando atrás un viejo continente, la guerra y el hambre, e ingresando a una nueva etapa: el Río de la Plata y el art déco argentino.