Un viaje arquitectónico por el bosque
Este artículo fue originalmente publicado en Common Edge.
Existen extraordinarias conexiones entre el mundo natural y la capacidad de creatividad del ser humano. En su libro Last Child in the Woods, el periodista y autor Richard Louv apunta: “La naturaleza inspira la creatividad en un niño al exigir la visualización y el pleno uso de los sentidos. Si se le da la oportunidad, un niño traerá la confusión del mundo al bosque, lo lavará en un arroyo, lo volteará para ver qué vive en el lado oculto de esa confusión”. Concluye que en la naturaleza, “un niño encuentra libertad, fantasía y privacidad: un lugar distante del mundo de los adultos, una paz separada”. El arquitecto Frank Harmon también escribió conmovedoramente sobre el aire libre, los bosques y el agua como escenarios perfectos para cultivar la sed de aprendizaje y descubrimiento: “Los niños criados junto a los arroyos nunca se aburren. Los niños creek no conocen el aprendizaje de memoria, ni están condicionados a trabajar de nueve a cinco. Las bayas son sus primeros descubrimientos, así como los nidos de pájaros y ver las estrellas. Más tarde se adentran en el mundo de los libros. Para los niños creek, el aprendizaje es descubrimiento, no instrucción”.