Tu teléfono móvil tiene mucho que decir sobre segregación urbana
Independiente de donde vivas o trabajes y con quienes te relaciones, sueles moverte por los mismos barrios y calles de tu ciudad. Ya sea en Santiago, Madrid, Shanghai o Nueva York, de seguro hay barrios a los que nunca has ido, por más que hayas vivido toda tu vida en la misma ciudad. ¿Has pensado en realidad cuántas ciudades hay en tu ciudad?
Un artículo escrito por investigadores chilenos y publicado recientemente en la Royal Society Open Science apuesta por el big data para analizar y visualizar la segregación urbana, entregando herramientas espaciales que nos permitan planificar en una ciudad de muchas ciudades. "Sabemos que Santiago tiene burbujas y que hay segregación", comenta Teodoro Dannemann, co-autor de la investigación, en conversación con ArchDaily vía email. "Sabemos que cada individuo explora sólo una pequeña parte de la ciudad, que es básicamente la trayectoria casa-trabajo. Esto implica que sólo interactuamos con un grupo reducido de ciudadanos", agrega.
La publicación es uno de los productos de una investigación desarrollada por Dannemann junto a Boris Sotomayor-Gómez y Horacio Samaniego, en el contexto del proyecto Eigencities del Laboratorio de Ecoinformática de la Universidad Austral de Chile en Valdivia. Con el apoyo de Telefónica I + D Chile, los investigadores chilenos trabajaron con una base anónima de X/CDR (Call Detail Records, el sistema de almacenamiento de datos de conexiones y llamadas de celulares) registrada en Santiago durante horario laboral para entender cómo nos movemos por la ciudad gracias a los teléfonos móviles.
Cada vez que te conectas a Internet o llamas a alguien, el teléfono móvil se conecta a la antena más cercana disponible, lo cual permite obtener la secuencia de lugares visitados por cada persona de forma anónima. Los investigadores trabajaron con una base de 350.000 usuarios de teléfonos móviles en Santiago, donde cada trayectoria registrada permite crear una red de movimientos (movement network), y en su máxima escala, una comunidad.
"Cada comunidad surge a partir de algoritmos estadísticos y computacionales avanzados que encuentran la mejor manera que esta red sea dividida y por lo tanto así se reconocen las burbujas sociales creadas por las propias trayectorias de las personas", explica Dannemann.
Con esta información, los autores han calculado cuál es la probabilidad que una persona que viva en una de las comunidades identificadas en Santiago interactúe en el trabajo con alguien que venga de la misma comunidad. Si se detectan bajas tasas de mezcla entre comunidades, en comparación con las probabilidades esperadas en situaciones aleatorias, entonces se pueden deducir patrones de segregación urbana.
Estas comunidades han sido identificadas en la imagen que encabeza este artículo, uno de los productos más reveladores de este trabajo académico. La imagen identifica las seis comunidades de Santiago detectadas por la investigación y el correspondiente mapeo de los movimientos internos. Así, quienes sean santiaguinos, reconocerán fácilmente las comunidades y principales arterias que estructuran el imaginario local de cómo entendemos la ciudad: el eje Pajaritos-Alameda-Providencia (verde, blanco, morado), la Ruta 5 Norte (rojo), Vicuña Mackenna (naranjo), Gran Avenida y Santa Rosa (rosado), Camino a Melipilla (verde) y la circunvalación Américo Vespucio (verde, rosado, naranjo, azul).
El equipo de investigadores concluye que su trabajo "corrobora la fuerte descripción de segregación en Santiago proporcionada por la literatura sociológica" y corrobora el patrón de segregación observado en las grandes ciudades latinoamericanas. Si en la clase alta —noreste de Santiago— la probabilidad de encontrarse con un compañero de trabajo que pertenezca a la misma comunidad es de un 44%, en un escenario de ciudad simulada alcanza un 20%. En los extremos detectados en la capital chilena la comunidad naranja —La Florida y Puente Alto— llega a una tasa del 50%, mientras el centro histórico (irradiación blanca) es la única excepción de Santiago, donde los autores reconocen "un encuentro social heterogéneo".
Con esta investigación los autores proponen que lo entendido como movimiento —transporte e infraestructura urbana— es un factor clave para la interacción entre ciudadanos de una misma ciudad y así disminuir la segregación urbana. "Queremos poner en el centro de la planificación a las personas y sus dinámicas, en lugar de indicadores estáticos, agregados, y muchas veces obsoletos", puntualiza.
Explora otros casos en esta plataforma online creada por el proyecto Eigencities en conjunto con INRIA Chile.