Enfriar los interiores será el desafío arquitectónico del futuro

GB House / Renato D’Ettorre Architects. Image © Justin Alexander GB House / Renato D’Ettorre Architects. Image © Justin Alexander

Según la ONU, más de 7.000 fenómenos meteorológicos extremos se han registrado desde el año 2000. Solo en 2020, los incendios forestales arrasaron Australia y la costa oeste de los Estados Unidos; Siberia registró un récord de altas temperaturas, alcanzando los 38 grados Celsius antes que Dallas o Houston; y a nivel mundial, septiembre pasado fue el mes más caluroso registrado en el mundo. Mientras los efectos de la crisis climática se manifiestan de formas cada vez más alarmantes, es deber de la industria de la construcción –actualmente responsable del 39% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero–, hacer su parte al comprometerse con un cambio genuino y radical en su acercamiento a la sosteniblidad.

Uno de los aspectos más desafiantes de este cambio será satisfacer las crecientes demandas de enfriamiento de una manera ecológica. El enfriamiento es innatamente más difícil que el calentamiento: cualquier forma de energía puede convertirse en calor, y nuestros cuerpos y máquinas generan calor de forma natural incluso en ausencia de sistemas de calefacción activos. El enfriamiento no se beneficia igualmente de la generación espontánea, lo que a menudo hace que su implementación sea más difícil, más costosa o menos eficiente. El calentamiento global y sus efectos tangibles solo exacerban esta realidad, intensificando una demanda acelerada de sistemas de refrigeración artificial. En su forma actual, muchos de estos sistemas requieren grandes cantidades de electricidad y dependen en gran medida de los combustibles fósiles para funcionar. El sector de la construcción debe encontrar maneras de satisfacer la creciente demanda de refrigeración, eludiendo simultáneamente estos efectos insostenibles.

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