Diseño moderno a través de la visión de la revista Playboy

© Humen Tam, 1962 © Humen Tam, 1962

Los arquitectos de la era moderna mostraron sus fantasías a través de sus diseños y sus obsesiones con la forma en que las mujeres los han habitado. Tomemos, por ejemplo, la obsesión de Corbusier con Eileen Gray y su casa, E. 1027. Múltiples son las historias no confirmadas de cómo él irrumpió en su casa para pintar murales en las paredes blancas. También era conocido por minimizar públicamente el diseño de la obra, al tiempo que lo alababa en una serie de cartas de amor no correspondidas a Gray. En el mismo camino, mientras Adolf Loos se opuso firmemente a la decoración arquitectónica, tal vez apoyó la cosificación de las mujeres que actuaban como un ornamento humano, una noción asumida en su hogar imaginado para la artista francesa, Josephine Baker: la propuesta no construida tomó la forma de un sólido rayado en blanco y negro que localizó una piscina de vidrio en el centro del espacio, para que al bañarse, los otros hombres que ocupaban el proyecto la vieran.

La relación que en ese entonces se proponía entre la sensualidad y el espacio no se detiene con los deseos sexualizadores de estos dos hombres, sino que vive en una de las publicaciones más famosas del mundo, la revista pornográfica soft-core, Playboy. Si bien esta es más conocida por su importancia como vanguardia en la revolución sexual con su promoción del machismo, la revista también ilustró una vitrina de ostentosas casas para solteros ubicadas en lo alto de Beverly Hills que impulsaron un estilo de vida a fin marcado por el diseño moderno. La revista se intencionaba como generador de un estilo de vida glamoroso para esa época, y Playboy destacó a los titanes arquitectónicos de esos tiempos, incluidos Mies van der Rohe, Bucky Fuller y Eero Saarinen, con la intensión de hacerlos más apetecibles para una audiencia general.

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