Arquitectura y racismo: cuando el diseño se aplica como herramienta colonial

Two million homes for Mexico. Image © Livia Corona Two million homes for Mexico. Image © Livia Corona

La arquitectura tradicional se basa en el entendimiento complejo del habitar, la producción y transmisión colectiva de saberes,  y la construcción a través de procesos comunitarios de ayuda mutua que fortalecen el tejido social, la identidad cultural y el vínculo territorial. Es decir, una práctica de autoproducción comunitaria en donde los propios habitantes, sin intermediarios, son los que gestionan los múltiples procesos involucrados en la materialización de su hábitat, basándose siempre en la inteligencia colectiva. Actualmente la arquitectura pasó de ser un bien comunal a un lenguaje exclusivo de unos cuantos en donde, a pesar de necesitar aún la participación organizada de diversos actores, se adjudica su producción a un autor: un ente individual que, sin tener los múltiples saberes necesarios para concretar una obra de inicio a fin, puede reconocerse como la mente maestra detrás de todos los procesos. La profesionalización de la arquitectura no solamente individualizó el discurso y complejizó la transmisión de conocimientos, además, discriminó y rechazó los saberes producidos al margen de las instituciones académicas, gremiales y gubernamentales etiquetándolos como precarios, abriéndole de esta manera la puerta al racismo. 

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