La arquitectura asume un rol crucial en tiempos del posconflicto proyectándose como una herramienta que abarca un ideal mayor que la mera reconstrucción física de los espacios ciudadanos. La memoria, el duelo, la dignificación de las víctimas y la resignificación del conflicto se transforman bajo el espectro de la disciplina en un resultado formal que habla de convivencia y paz, al mismo tiempo que resguardan los valores históricos en espacios atemporales en busca de reflexión y  rechazando el olvido.