Nido de Quetzalcóatl / Javier Senosiain

Cortesía de Javier Senosiain Cortesía de Javier Senosiain
  • Arquitectos: Javier Senosiain
  • Ubicación: Naucalpan de Juárez, México
  • Diseño: Javier Senosiain
  • Proyecto: Luis Raúl Enríquez
  • Estructura: Alfonso Olvera e Ing. Eduardo Gutiérrez
  • Arquitectura Del Paisaje: Kees Van Rooij
  • Construcción: José Juan Romo
  • Superficie Del Terreno: 5000.0 m2
  • Área: 2200.0 m2
  • Año Proyecto: 2008
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Descripción enviada por el equipo del proyecto. El proyecto arquitectónico se encontró con un terreno  irregular de 5,000 m2 con topografía muy accidentada debido a que una cañada con encinos atraviesa el lugar longitudinalmente. Tan sólo un 5% del terreno queda con ligera pendiente junto al pequeño frente que da a la calle. Había algunas cuevas colapsadas producto de la extracción de tepetate bofo. Existían otras cuevas que fueron colapsadas por el fraccionador al extraer la tierra; generando depresiones a cada lado de la cañada, donde una de ellas produce una especie de cráter. De todas las cuevas se conservó sólo una –la más confiable– que mide aproximadamente 50 m. de largo por 6 m. de ancho y a la que se accede por la gran cabeza de serpiente.

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Ahora lo accidentado resultaba un reto para el proyecto, para la ubicación del serpentario; las áreas verdes se respetan aprovechando pendientes y depresiones para dejar libre, finalmente, un 97% de campo, espacio y bosque.

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En medio de la cañada que atraviesa el terreno, frente a la cabeza de Quetzalcóatl se desvía el agua pluvial creando un estanque. Por otro lado, el agua que desechan las casas pasa a la planta de tratamiento con la que cuenta el conjunto, después de tratada es enviada también al espejo de agua, para riego de todas las áreas verdes. Este espejo tiene una cascada que cae hacia un depósito más pequeño que sigue la pendiente natural del arroyo; de donde se bombea a través del interior del crótalo de una de las siete serpientes, para caer en forma de arco al centro del estanque; lo anterior permite el movimiento de las aguas como parte final del proceso de tratamiento. La fracción del terreno más plana, donde no existían árboles, se ocupó para el estacionamiento.

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Serpenteando se creó el cuerpo general de Quetzalcóatl.  Cuerpo maleable y misterioso de ferrocemento de colorido   iridiscente, esmeralda dorado que combina con un azul violeta  profundo, como las plumas del quetzal, cuerpo ondulante que se sumerge, penetra y emerge, para volver a refugiarse en el mundo inferior de donde proviene. La serpiente cósmica que establece una mediación entre el cielo y la tierra, y en cuyo volumen interno que es de 6.50 m. de alto por 8.60m. de ancho con doble nivel se encuentran las casas, de aprox. 200 m2 cada una. Con bóvedas internas, muros de colores cálidos, terrosos y semicurvos, ventanas que no esconden discreción para saciarse de los jardines.

Cortesía de Javier Senosiain Cortesía de Javier Senosiain

En una vista aérea del conjunto se aprecian las depresiones del terreno que aunadas a la cañada crean un microclima que aísla a sus habitantes del ambiente urbano. Además del Quetzalcóatl, los muros sinuosos de piedra de las siete serpientes delgadas, largas, que siguen sus curvas naturales en caprichosos sentidos, bordeando el terreno; otras como barandal en el cráter y otras más como protección de la cañada. Con este voluptuoso serpentario se logra un juego de formas, símbolos y colores que remiten a legendarias alegorías.